Hacer memoria del Misterio de Belén y de Nazaret, de la Familia de Jesús, del camino realizado por Dios para llegar a la realidad humana, del abajamiento y acercamiento a nuestra propia realidad nos permite volver a lo más original del Evangelio: “el camino de Dios fue elegir el camino del hombre, el lugar, la casa, la situación en la que se encuentra el ser humano”. Esto fue lo que quiso rehacer el Hno. Gabriel al ponernos a la “Familia de Belén y de Nazaret” como icono, referente y fuente animadora de nuestro carisma y espiritualidad.
Resulta estimulante constatar, justamente en este año que estamos celebrando el 150 aniversario de su pascua y los 125 de la presencia de su Carisma en nuestro país, cómo su proyecto e intuiciones están vivas y se siguen actualizando de distintas maneras hoy: Hacerse cargo de las personas, acompañarlas, animarlas, cuidarlas, ofrecer la experiencia de padre y de madre, ser referente y guía de los demás.
Convertirse en animador de la comunidad y formador de animadores, en este momento cultural que nos toca vivir, creando “espíritu de cuerpo y de familia” es el mejor aporte que le podemos hacer a nuestra gente; y una hermosa manera de decir que “el Carisma Sa-Fa es una buena noticia en el corazón de las culturas”.
Generar vínculos sanos y verdaderos cultivando la esperanza de que es posible una vida plena y duradera, sigue siendo una hermosa vocación y razón para vivir. La realidad actual y la venidera nos desafían a seguir buscando modos y formas de encarnar el Carisma Nazareno, la animación comunitaria y la esperanza en la plenitud de una vida entregada por los demás.
La cultura actual pide ser iluminada y enriquecida por este modo de ser persona, de ser familia al estilo de la Familia de Belén y de Nazaret, la Sagrada Familia. Este Misterio, este regalo, esta esperanza y esta gracia de parte de Dios los celebramos especialmente durante este tiempo de Adviento y Navidad.
Hno. Aurelio Arreba
Director
