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Una Vida Juntos

(En Familia Nº 46, diciembre 2010 )


Dar a conocer el Proyecto de Jesús de Nazaret

“Al hombre le parece recto siempre su camino, pero es Dios quien pesa los corazones” (Proverbios 21,2).

La cultura de hoy subraya y valora especialmente, como señalan los sociólogos: la dignidad, la singularidad, la autonomía, la diferencia, la irrepetibilidad, la libertad, las potencialidades propias y la posibilidad de la toma de decisiones por cuenta propia. Sin ninguna duda que es una de las conquistas y virtudes del proceso humanizador.

Lo que nuestra cultura promueve, al menos idealmente, es la posibilidad para cada individuo de realizarse según sus deseos, de determinarse por sí mismo, de forjar sus propias convicciones lejos de cualquier uniformidad de pensamiento o de cualquier adoctrinamiento. Para el proceso humanizador y evangelizador partir de los deseos más profundos, aunque sean idealismos, es fundamental. “Ser uno mismo” parece ser hoy día un derecho y aspiración inmediata. En la sociedad actual, cada uno se siente lanzado a encontrar el camino propio sin que antes haya sido trazado o inducido por alguien. Incluso los niños y adolescentes, desde la más temprana edad, son iniciados en esta libertad y autonomía tanto en la familia como en la escuela. Son invitados a hablar, expresarse y valorar las realidades y tomar las decisiones que les parezcan. Por supuesto que cada una de estas virtudes puede llegar a desfigurarse y pasar al individualismo, al relativismo y a la falta de racionalidad que no permiten la búsqueda de sentido y que encierran en una ideología.

Pero no olvidemos nunca que la autonomía, la identidad y la libertad surgen realmente cuando se promueve y cultiva la conciencia de la que se desprende la responsabilidad y, por lo mismo, la capacidad de tomar decisiones y elegir. Sólo puedo elegir ser “yo mismo”, elegir mi camino cuando hago gala de mi racionalidad, argumentación y profundización lo que me posibilitarán apasionarme y asumir lo que descubrí como bueno, valioso y bello.

Hoy la cultura no trasmite inmediatamente la fe, pero sí promueve la libertad religiosa y, a veces, tampoco ésta, que es lo que la fe y la razón tienen como objetivo clave: cultivar la racionalidad, la búsqueda de sentido, la libertad, la fraternidad y el estilo de relación hospitalario que, en síntesis, es el contenido esencial del Evangelio. La cuestión hoy es cómo entrar en diálogo con la cultura que señalábamos más arriba para iluminar y promover los grandes deseos de las personas y de la humanidad. Cómo iluminar y denunciar las desviaciones de la conciencia, de la libertad y del secularismo agresivo que intenta despojar al ser humano de su derecho fundamental que es el derecho a la esperanza y a la trascendencia: ir más allá de sí mismo, deseo profundo que nada ni nadie puede erradicar. Hoy no se nace cristiano, nos hacemos cristianos. La dimensión religiosa en la cultura de hoy se aproxima fundamentalmente a la libertad de elección y no la imposición o adoctrinamiento. Esto implica usar la razón, dejar que surjan los deseos más profundos de plenitud y sentido y acompañarlos desde la libertad del Evangelio. En materia religiosa nadie puede ser forzado a actuar contra su conciencia. Pero la educación de la conciencia, el uso de la razón y la educación de los sentimientos son aún un “debe” para nuestra cultura. Por otro lado la complejidad de la vida, la cantidad de posibilidades crean la perplejidad e incapacidad de definición, tanto más cuando no hay desarrollo racional, o prima el deseo, la emotividad, la pasión y la falta de argumentación dejándose llevar por lo fácil o cualquier pensamiento novedoso. “No sé si soy o no creyente, creo en cualquier cosa, pero tampoco sé en qué creo”.

Educar y evangelizar es, ante todo, educar la conciencia, el corazón, los sentimientos, ayudar a tomar decisiones, a ejercitar la libertad. Esta perplejidad que constatamos no es indiferencia, ni siquiera ateísmo; es más bien dificultad para aclararse la conciencia y, sobre todo, inmensa sed de sentido.

¿Qué significa evangelizar en este contexto cultural en el que dominan la indecisión, la emoción y la pasión? Evangelizar es, ante todo, fortalecer la libertad, adquirir convicciones, clarificar la conciencia, alfabetizar los sentimientos. La libertad nunca es una amenaza para la fe sino una oportunidad.

Hno. Aurelio Arreba
Director


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