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(En Familia Nº 34, diciembre 2007 )


Navidad, presencia compasiva y humanizadora

“Navidad es la fiesta del hombre... El hombre, objeto de cálculo, considerado como mercancía...
y al mismo tiempo uno, único, irrepetible, eternamente ideado, amado, elegido, y llamado por su nombre”
(Juan Pablo II, mensaje de Navidad 25/12/78)

El hombre es un ser de deseos; su condición es desear, aspirar y buscar horizontes. ¿Pero en qué consiste desear, qué puede desear el ser humano, hasta dónde pueden llegar las aspiraciones humanas? En cada decisión que tomamos o renuncia que asumimos ponemos en juego nuestra dignidad humana, el sentido y la felicidad personal y comunitaria.
Podemos dejarnos arrastrar por la codicia y el deseo compulsivo de consumir y atrapar para asegurar no se sabe qué, o bien podemos renunciar a acaparar para optar por el compartir y el diálogo. Nos hacemos y sentimos humanos cuando dominamos la satisfacción de los propios deseos para compartir con los otros; solamente de esta manera se abre la posibilidad de pasar de situaciones menos humanas a más humanas. Cuidar y cultivar la dignidad humana es renunciar al dominio, a la posesión y a la violencia sobre los otros; violencia que no es más que la incapacidad de reconocer la propia limitación.
Creernos dueños y señores de la vida, que lo podemos todo y nada nos limita es el signo más claro de la soberbia humana y del fracaso de la inteligencia. La vida no es un derecho, no se nos debe y por lo tanto no podemos disponer de ella como queramos; la vida es un don, un regalo, algo que se nos ha dado. Esta claridad existencial y vivencial es fundamental para poder encarar la vida humanamente, de lo contrario la soberbia y el despotismo destruyen todo.
Honrar la vida es agradecer y reconocer que somos en primer lugar humanos, por lo tanto hermanos e hijos de un mismo Padre que gratuitamente nos ha regalado la vida.
¡Cuántos atropellos nacen de este desconocimiento y/o negación!
Por todo esto celebrar la Navidad es honrar, reconocer, valorar, cuidar, defender la dignidad humana y el camino de humanización que Dios, haciéndose hombre, nos descubre en Jesús de Nazaret. En Jesús de Nazaret, Dios hecho hombre, descubrimos los caminos de humanización: compartir, compadecerse, hermanar, confiar. Estos caminos expresan el verdadero rostro humano.
Acaparar, dominar y la soberbia son lo que desfigura el rostro de los hombres.
¿Qué nos ofrece Jesús en la Navidad? Se ofrece Él como ser humano, como hermano nuestro e Hijo de Dios Padre, nuestro Padre común. Nos ofrece el estilo humano, la sencillez y la compasión, la compañía y la hospitalidad, la esperanza de un hogar definitivo.
El encuentro con Jesús es salir de uno mismo y encontrarse con los demás hombres; es un acto de convocación y compromiso hacia los demás y especialmente hacia los más heridos en su dignidad. Dios se hace pobre para enriquecernos con su dignidad.
Que esta Navidad nos regale la gracia de encontrarnos con Él, y través de Él, con la humanidad de todos los hombres y mujeres.
¡FELIZ NAVIDAD!
Hno. Aurelio Arreba
Director


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