Volver a empezar
(En Familia Nº 27, abril 2006
)
Saludo Pascual
Nadie más sensible al misterio de la vida que las familias que día
a día se entretienen con ella. Cuánta espera y cuánta esperanza
supone y cómo se nos achica la vida y el corazón cuando algo le
pasa o les pasa a nuestros hijos. Cómo se estrecha el corazón cuando
la vida deja de ser una preocupación. Y lo paradójico quizás
de nuestra cultura sea el despreocuparse de la vida de los demás para centrarse
en la propia. Paradójico por lo que tiene de despreocupación y preocupación
al mismo tiempo. Y es que de este misterio no nos podemos desligar ni despreocupar
porque estamos envueltos en él. El tema no esta en cómo dejarla
de lado sino en cómo resolverla y encaminarla. Nadie como los niños
y jóvenes nos recuerdan este compromiso irrenunciable e intransferible.
Jesús nos dice que Él ha venido para que todos tengamos vida y en
abundancia y que el que cree en Él la guardará para siempre. Todo
su pasaje por nuestra tierra consistió en recorrer con su propia humanidad,
que es la nuestra, los caminos de la vida y por eso mismo decirnos que la vida
humana es lo más importante y lo mejor. Que hacernos cada vez más
humanos, compasivos y comprensivos es la mejor manera de realizarla y sentir alegría.
Que hacerse hermano, cercano y compañero de camino es la solución
a la vida humana. Pascua es todo esto; la Pascua es la ratificación de
que viviendo de esta manera se gana la vida; que la vida triunfa sobre cualquier
situación que intente destruirla incluso la muerte. Pero esto supone entregarla
y gastarla. La Pascua es la certeza de que la vida es más fuerte que la
muerte. Que el hombre Jesús, viviendo todas las realidades humanas como
hermano de todos los hombres, vive para siempre y a esto nos invita. Felices Pascuas
es desearles y anunciarles que con Jesús nuestra vida tiene asegurado el
final feliz.
¡FELICES PASCUAS! .
Hno. Aurelio Arreba
Director