Misión Nazarena (Lomas de Solymar, del 13 al 16 de abril)
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Hace mucho que no me tocaba pensar y llevar a palabras algo tan difícil como describir Misión.
En primer lugar, Misión hizo que sea la persona que soy hoy en día; me dio esperanza en momentos que no imaginaba solución. Me enseñó lo importante y lo lindo que es la fuerza de la oración. El agradecer, por los atardeceres y amaneceres. Agradecer por el coincidir, lo lindo que es el coincidir con gente que llenan el alma de luz y amor. Y el aprender que “la vida tiene que ver con ir trenzando y construyendo una red en vidas en torno. Tiene que ver con ir aprendiendo a compartir historias, trayectos, partes del camino”. “Porque vivimos en y para las relaciones, la comunicación y el encuentro”. Misión es vivir en carne propia el amar sin medidas, entregar, exponer nuestro corazón y poblarlo de nombres. Con todo ese amor construir, construir gestos, encuentros, historias. Porque, al fin y al cabo, lo único que nos puede mantener enteros es el amor.
Me enseñó la importancia de la alegría y lo importante que es transmitirla. El tener charlas con sonrisas interminables; igual que abrazos con fuerzas de huracanes e interminables, esos abrazos que te quedan en el alma guardados para siempre.
Desde 2014, que experimenté mi primera Misión, trate de describirla y me salía la frase trille de “para entenderla tenés que vivirla”. En la Misión de Semana Santa 2018, con un recopilado de oraciones, intenté armar una oración que representara Misión. Esto fue lo más cercano que llegué: sentir en cada abrazo una revolución para seguir sirviendo el camino hacia el amor, empapando nuestras manos de servicio para dar y llenando nuestro corazón de nombres.
Misión es mucho más que estos párrafos, esto es lo que me sale en palabras.
Luego vino la pandemia que sacó todos estos sentires y vivencias de Misión. De alguna forma nos apagó, dejamos de tener esos sentir de abrazos. Gracias a Dios, después de dos años, pudimos volver a sentirnos en casa, sentirnos familia, sentirnos Sa-Fa. El volver a vivir una vigilia en comunidad, un Via Crucis, el compartir, el emocionarnos, abrazarnos, etc. Hoy puedo decir que gracias a esta Misión, me volví a encender, volví a sentir.
Los esperamos a todos los que se quieran volver a prender, o quieran encontrar, su llama.
En esta Misión se vivieron sentimientos fuertes. Después de dos años pudimos volver a conectarnos, volver a sentir. Nuevamente pudimos salir a caminar al encuentro, el encontrarnos con personas, conocerlas, empaparnos de ellas. El sentirnos comunidad con personas que conocimos ese día hizo que volviéramos a creer en la unión, en el ver a Jesús tangible en un otro.
Fueron días donde misionamos, invitamos a niños y adultos a compartir una merienda, donde rezamos, nos encontramos con otros y con nosotros mismos. Donde volvimos a sentir el cansancio de lo lindo de entregarnos. Donde resignificamos la vigilia del jueves de noche o el Via Crucis.
Donde volvimos a sentir en cada abrazo una revolución para seguir sirviendo el camino hacia el amor, empapando nuestras manos de servicio para dar y llenando nuestro corazón de nombres.
Misión es mucho más que estos párrafos, esto es lo que me sale en palabras.
Clara Álvarez
Responsable del Grupo Misión Sa-Fa Aguada