Tanto los que conocieron íntimamente al Venerable Hno. Gabriel Taborin como los que le trataron una sola vez afirmaron unánimemente que la fe era su virtud característica, la que guiaba su conducta, alentaba su vida y sostenía sus acciones. La vocación que eligió, su misión en la Iglesia y la personalidad que desarrolló para poder llevar adelante estas decisiones estuvieron ancladas y fundamentadas en su visión de fe.
“La fe -afirmaba el Hno. Amadeo, su sucesor- era el principio y el norte de todas sus acciones y empresas, y la oración su fuente y recurso gracias a la que debemos la fundación de la Comunidad de los Hnos. de la Sagrada Familia”.
Su fe se manifestaba, sobre todo, en los momentos difíciles y en las pruebas, en la calumnia, en la pobreza extrema que padeció y cuando las dudas le hacían desconfiar de la misericordia y presencia de Dios.
Gracias a Dios la fe es saludablemente contagiosa: “La fe del Fundador, su confianza en la providencia- escribía el Hno. Federico- contagiaba a todos. Nadie como él confiaba en el mañana”. El futuro le daría la recompensa de tantas privaciones pues nos dice la Escritura “que se recoge con gozo lo que se sembró con lágrimas”.
El Venerable Hno. Gabriel no solamente vivía intensamente su fe, sino que intentaba trasmitírsela a sus Hermanos y discípulos. Bien sabía y había experimentado lo que implicaba la dimensión de fe en la conformación de la personalidad de los niños y jóvenes como también el valor de la educación religiosa desde la familia. El futuro de la vida de las personas tiene mucho que ver con la vivencia de la fe.
“La fe, nos decía, tiene que brillar en el alma y en el corazón del Hermano y del cristiano como el sol brilla en el cielo en los días despejados y serenos. Guiados por la fe hablan a sus hermanos de Dios y de las alegrías que nos proporciona”.
No se me ocurre nada, dice aquel cuya mirada resbala sobre las superficies porque nunca se ejercitó en mirar más allá. Cuando conviertes tu mirar en frívolo miradero, cuando esto te ocurre es que se te ha encogido la mente y el corazón para no sufrir, pero tampoco aprendes a vivir. La educación de la fe sigue siendo un desafío hermoso para la felicidad de la persona.
Hno. Aurelio Arreba
Director
