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Pidiendo inspiración para el camino


Si algo se va haciendo cada vez más claro para mí es que Dios habla fundamentalmente en los acontecimientos, en las situaciones de la vida. Pero también tengo cada vez más claro que no es fácil descubrir lo que dice y lo que desea de cada uno. Tarea de largo alcance, mucha paciencia, mucha escucha y el “paso atrás”... Pedir inspiración para esto es lo que creo imprescindible ahora y aprender a leer lo que me ocurre en cada instancia. A Dios le gusta el silencio, el segundo plano, la retirada, la presencia discreta, pero auténtica y eficaz más allá de cualquier imaginario establecido por nosotros. No lo olvidemos, si lo pensamos bien, venimos del silencio eterno y de millones de años sin palabras, voces… Interpretar ese silencio nunca será fácil, abandonar la tarea sería el fracaso de la inteligencia y del asombro humano.

Lo que estoy viviendo me ha llevado, como nunca, a revivir la experiencia vocacional del Hno. Gabriel: pobre, discreta, de pequeños recursos y gestos salvadores o iluminadores a su alrededor, noches oscuras, oración corajuda y confianza total. Bueno, quizás el haber comenzado mi experiencia de “salir” en el mes del Hno. Gabriel es más que una simple coincidencia. Otro lugar recurrente durante este tiempo ha sido la vuelta a la experiencia fundadora de los primeros Hnos. que llegaron al Uruguay: cuánta intemperie e incertidumbre, cuánta carencia de recursos, impotencia, desconocimiento de la lengua y de la cultura. Pero cuánta audacia y constancia en las pruebas. ¡Cuánto coraje y ánimo uno puede rescatar de estas vidas anónimas y ocultas! ¡Cuánto ha dicho y hablado el Señor a través de estos Hnos. nuestros desde el Fundador hasta aquellos que ahora les ha tocado, en estas tierras de Asia, iniciar el mismo camino! Los de antes y los de ahora, por el momento me excluyo, merecen nuestro agradecimiento por lo que nos dejaron y nos dejan. Uno estando aquí se da cuenta de cuánto han tenido que luchar y entregarse para dar a luz a esta obra y cómo Dios va haciendo su camino con recursos muy simples y pobres cuando se lo deja actuar. Alabado sea Nuestro Señor.

Por todo esto que estoy viviendo, mi sentir interior es el de pedir inspiración, luz, saber escuchar los acontecimientos, el silencio de Dios, el despojo de las seguridades adquiridas, de lo conocido para poder entrar en lo desconocido. Descubrir cómo viven y entienden la Vida Religiosa estos jóvenes en esta cultura. Noches oscuras, iluminaciones y purificaciones, transformar delicadamente los miedos, la pobreza, la impotencia en camino de peregrinación hasta que aparezca la luz. Nunca más iluminador lo de Dios a Abrahán: “Sal de tu tierra, de tu parentela y de tu ambiente y ve donde yo te indique…” o lo de Jesús a Pedro: “Cuando eras joven hacías lo que querías, tomabas la iniciativa ahora que has madurado te dejas llevar y quizás donde no querías”.

Muchas preguntas aparecen en estos momentos que me motivan y dinamizan: ¿Señor, qué me quieres decir, enseñar con todo esto que estoy viviendo? ¿Para qué me quieres aquí, por qué y para qué me has traído acá? ¿Qué quieres hacer, decir, realizar con este llamado? Sin duda, la aceptación del desafío provoca grandes cuestionamientos, incertidumbres, gestos que van conformando el servicio profético al que Dios llama. Él siempre nos prepara para la misión que quiere llevar adelante y que no siempre coincide con nuestra visión.

Qué significativos y fundamentales son, en este peregrinar, los pequeños gestos salvadores, iluminadores que aparecen en medio del camino. Me refiero a todos los gestos de cercanía, aliento, interés, preocupación que van hasta los detalles sobre mi adaptación.

Pero sobre todo, la oración que calladamente sostiene y alienta sin duda en cada momento. Agradezco sinceramente todos esos gestos y cercanía. Son gestos salvadores, motivadores. La oración, sobre todo, es siempre cercanía segura. Se siente que existe una comunidad que contiene. Creo que en estos gestos seguimos construyendo el “espíritu de cuerpo y de familia”, “que la comunión de los santos en la que creemos es real”. Gracias a todos.

Y para terminar algunas apreciaciones un poco atrevidas, diría yo, porque es poco lo que he visto, conozco y he aprendido todavía. Sí siento claramente, lo hemos conversado con mis Hnos. formadores, que estos jóvenes son muy significativos para su pueblo y su iglesia. Siento que el Señor los ha elegido para iluminar, enriquecer, fortalecer y potenciar su cultura, también para cuestionarla y transformarla a la luz del Evangelio porque los desafíos y lo nuevo son siempre provocadores; esto es quizás un rasgo no fácil de entender en una cultura que evita los riesgos. Sin duda son privilegiados al ser llamados por el Señor para acompañar a su pueblo y tienen que profundizar este llamado compasivo y misericordioso del Señor para con ellos y su gente. Como futuros formadores, educadores, catequistas, animadores de la liturgia, de las comunidades necesitan ser acompañados y formados. Tienen en sus manos la posibilidad de educar en “la escuela de Nazaret” para un Proyecto de Humanidad nueva. Al ver tanto niño, adolescente, joven en estos pueblos y tanta necesidad se percibe la importancia de estas vocaciones y surge lo de la “compasión educativa” , lo de “el carisma Sa.Fa. una buena noticia en el corazón de las culturas”. Nuestra tarea como formadores y acompañantes será hacerles tomar conciencia de este llamado y misión que tienen por delante aquí: generar cultura, educación, formación, cultivar la fe y el espíritu de familia, crear la comunidad. Y también ofrecer herramientas para ayudar a crecer a su gente. Ellos saben de dónde han salido y conocen su realidad. Hay mucha sencillez y religiosidad pero también carencias, aspiraciones, necesidades, superar prejuicios y esclavitudes.

El llamado para estos jóvenes es a mejorar la calidad de vida de su gente y el llamado a nosotros formadores es a acompa;ñarlos, motivarlos y formarlos para esta misión que solamente será generadora de calidad de vida si se cocina en comunidad al estilo de la familia de Nazaret.

Por todo esto vale la pena querer caminar con el Hno. Gabriel en estas tierras.

Hno. Aurelio Arreba

P.D.
En este momento, en Indonesia, los Hermanos están en tres Comunidades, todas Comunidades de formación: una en Isla de Flores, Nita (con aspirantado, pos­tu­lan­tado y noviciado, novicios son unos 11), otra en Isla de Timor occidental Indonesio, Kupang (con 15 Hnos. profesos) y otra en Timor Leste independiente, Baucau (cerca de Dili, la capital, con tres Hnos. profesos y algunos aspirantes).
En Nita hay dos Hnos. formadores, un español y un ecuatoriano, había uno de la India que volvió por enfermedad. En Kupang somos tres Hermanos, dos españoles y un ecuatoriano, y en Baucau son dos Hermanos brasileños.

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• Colegio Sagrada Familia, Montevideo. • Martes 23 de abril de 2024