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Acercarnos a Dios desde la mirada misericordiosa del Hermano Gabriel

Mensaje del Hno. Superior General para el mes del Hno. Gabriel Taborin

Roma, 1-11-2015

Estimados Hermanos, miembros de las Fraternidades Nazarenas, Aspirantes a Hermanos, Comunidades Educativas, Comunidades cristianas, Catequistas y amigos de la Familia Sa-Fa:

Un año más la celebración de la fiesta del Venerable Hermano Gabriel nos invita a hacer memoria de su persona con el fin de acercarnos más a él, profundizar en nuestro carisma y fortalecer nuestro compromiso con la misión evangelizadora. En esta ocasión y en consonancia con la próxima apertura del Papa del Jubileo Extraordinario de la Misericordia trataré de relacionar el sentido de nuestra fiesta con el tema de la “misericordia”, contenido esencial de nuestra identidad cristiana.

Por dicho motivo recomiendo a todos los miembros de la Familia Sa-Fa, especialmente en este mes, la lectura del artículo escrito por el Hermano Teodoro Berzal Martín titulado “El rostro misericordioso del Hno. Gabriel Taborin”. En dicho escrito podemos apreciar las múltiples ocasiones en las que nuestro Fundador dio claras pruebas de su sensibilidad misericordiosa en especial con las personas necesitadas. Leer la vida del Hermano Gabriel desde la perspectiva que nos propone la Iglesia para este año puede ayudarnos a vivir el Jubileo extraordinario de la Misericordia que pronto se abrirá.

En la lectura del artículo sugerido podemos acercarnos a las hondas motivaciones del amor misericordioso y compasivo del Venerable Hermano Gabriel. En su vida más que la importancia de la obra realizada conmueve su vida interior de la que nació y se nutrió su incansable apostolado. Él fue un hombre del pueblo y un hombre de Dios. El estar cada día en medio de la gente lo ponía en contacto con las miserias espirituales y materiales de los niños, jóvenes y adultos y desde ahí llegó a intuir el misterio del amor misericordioso de Dios hacia los hombres.

El Hermano Gabriel había aprendido desde niño la bella lección de hacerse don para los demás siguiendo la enseñanza evangélica de que “hay más alegría en dar que en recibir”. Desde esta perspectiva del Hermano Gabriel la persona es el centro de la vida. Por ello su sensibilidad misericordiosa es incluyente; confía en la posibilidad de cambio de los demás; parte de situaciones concretas; escucha antes de hablar y, aunque propone caminos nuevos, respeta siempre la libertad de elección de las personas. Especialmente este mes también nosotros, a ejemplo del Hermano Gabriel, estamos llamados a vivir cada día la fascinante aventura de ser don para los demás.

El Dios del Hermano Gabriel es un Dios misericordioso que habla al hombre y que se revela en Jesucristo, porque la misericordia es el modo de ser de Dios y su primera reacción ante sus criaturas: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. Esta experiencia de la compasión de Dios fue el punto de partida de la actuación de Jesucristo y lo que le condujo a introducir en la historia de la humanidad la compasión como nuevo principio de comportamiento.

En la raíz de la actividad de Jesús está siempre su amor compasivo. Jesús se acerca a los que sufren, alivia su dolor, toca a los leprosos, libera a los endemoniados, los rescata de la marginación y los devuelve a la convivencia. Jesús sufre al ver la distancia que hay entre el sufrimiento de estos hombres y mujeres enfermos y hambrientos y la vida que Dios quiere para todos ellos.

La parábola del buen samaritano expresa muy bien el cambio introducido por Jesús desde la ayuda al necesitado. El samaritano de la parábola hizo todo lo que pudo por aquella persona apaleada que encontró en el camino: curó sus heridas, lo vendó, lo montó sobre su cabalgadura, lo llevó a una posada, cuidó de él y pagó los gastos del alojamiento. Cuando se vive desde la compasión de Dios se toma con toda seriedad el sufrimiento humano sin preguntar por la raza, religión, pueblo o ideología de la gente. La interiorización del sufrimiento desde la compasión de Dios se convierte en punto de partida de un comportamiento activo y comprometido. La mirada compasiva al rostro del que sufre nos arranca de la indiferencia, nos recuerda nuestra débil condición y nos despierta a la solidaridad fraterna.

Nada puede justificar la indiferencia ante el sufrimiento ajeno. La compasión debe configurar nuestra vida, nuestra manera de mirar a las personas, de contemplar el mundo, nuestro modo de relacionarnos y de estar en la sociedad, y nuestra forma de entender y de vivir la fe cristiana. El buen samaritano de la parábola es, para Jesús, el modelo del hombre compasivo que vive imitando la compasión del Padre del cielo. Así fue la vida de Jesús y su espiritualidad invita a hacer lo mismo.

Solo desde una pedagogía de la misericordia seremos capaces de favorecer que los niños y hombres de hoy sean acogidos con amor. Una educación cristiana no puede ser ajena a la pedagogía de la misericordia. El catequista y el educador cristiano deben ser testigos de la misericordia de Dios principalmente a través de la acogida, la escucha, la ternura, la entrega incondicional y el testimonio. El Proyecto Educativo de nuestras escuelas nos urge a “apostar por la profecía de la solidaridad” y -también podríamos decir de la misericordia-, prestando atención especial a las “situaciones de pobreza que van más allá de nuestros medios escolares para acercarnos a situaciones vulnerables: niños y jóvenes desescolarizados, personas abandonadas y otras situaciones de riesgo”.

Estimados Hermanos y amigos, en la conmemoración de la fiesta del Venerable Hermano Gabriel demos gracias a Dios por su vida; por la continuidad de su proyecto; por cada miembro de la Familia Sa-Fa y por las gracias que ha derramado y sigue derramando sobre todos aquellos que compartimos la misión del Instituto. Con ocasión del Jubileo de la Misericordia acojamos el lema que el Papa Francisco ha propuesto para toda la Iglesia de ser “misericordiosos como el Padre”.

Un año más con ocasión de esta efemérides tenemos la gran suerte y también la enorme responsabilidad de que el Hermano Gabriel continúe vivo y presente en la familia Sa-Fa, en la Iglesia y en el mundo. Testimoniémoslo de palabra y de obra. Es mi deseo que todos los miembros de la Familia Sa-Fa seamos, a ejemplo de nuestro Fundador, signo del amor misericordioso de Dios para todos aquellos que el Señor pone en nuestro camino.

Que el Venerable Hermano Gabriel en la celebración del 151 aniversario de su llegada a la casa del Padre siga vivo en los corazones de todos nosotros.

Feliz fiesta.

H. Juan Andrés Martos Moro, SG


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