“Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin el mundo”
(Mt 28, 20)
Estimados Hermanos, miembros de las Fraternidades Nazarenas, Aspirantes a Hermanos, Comunidades Educativas, Comunidades cristianas, Catequistas y amigos de la Familia Sa-Fa:
Aunque la Resurrección de Cristo sea también un acontecimiento histórico, para los cristianos es fundamentalmente un hecho de fe porque creemos que Cristo es una persona viva que camina junto a nosotros y anima y vivifica la comunidad de creyentes. A partir de la resurrección de Jesús, los cristianos comprendemos la vida del hombre de una manera radicalmente distinta y nos enfrentamos a la existencia con un horizonte nuevo.
En la Resurrección de Cristo está el centro de nuestra fe, porque “si Cristo no resucitó vana es nuestra predicación y vana también es nuestra fe” (1 Co. 15, 14), nos advierte San Pablo. La fe en la resurrección es, efectivamente, la oferta de una Buena Noticia, que es lo que significa la palabra Evangelio.
El acontecimiento de la Resurrección, totalmente inesperado para los discípulos, desencadenó en ellos una nueva comprensión sobre la verdadera realidad de Jesús. De un conocimiento superficial e incompleto pasaron a confesar su fe en el Hijo de Dios. La Resurrección de Cristo restituyó a Pedro y a sus compañeros la fe y el entusiasmo por Jesús convirtiéndoles en difusores tenaces y perseverantes del Evangelio. Con esta certeza podemos afirmar que la resurrección de Jesús es ante todo una experiencia de fe que interroga la calidad de la nuestra.
El Papa Francisco en una de sus catequesis nos recordaba que “Tener fe en el Señor no es un hecho que interesa solo a nuestra inteligencia sino que es un cambio que involucra la vida y la totalidad de nosotros mismos: sentimiento, corazón, inteligencia, voluntad, corporeidad, emociones, relaciones humanas. No podemos hablar de fe sin hacer referencia a la vida. Fe y vida se exigen recíprocamente, y una sostiene la otra. Por ello que al unir fe y compromiso en favor de una sociedad más en sintonía con los valores del Evangelio, seremos “signos vivos de la presencia del Resucitado en el mundo”.
Creer supone, ante todo, acoger el don de la fe. La fe es pues una gracia que hemos de acoger con verdadera y profunda gratitud y una responsabilidad que nos lleva a tomar conciencia de ella para reanimarla, purificarla, confirmarla y confesarla. Es mi deseo que la celebración de esta Pascua nos facilite creer en la persona de Jesús. Porque creer en el Resucitado es aceptar que Dios está conduciendo hacia su plenitud el anhelo de vida, de justicia y de paz que se encierra en el corazón de la Humanidad entera.
Un año más con motivo de la celebración de esta Pascua miro a nuestro Instituto y cada uno de los miembros de la familia Sa-Fa y siento que el Resucitado sigue inspirando nuestras vidas. Por eso deseo que nuestra fe en Jesús resucitado nos haga en esta oportunidad:
Dejo a vuestra iniciativa escribir otras ideas que personalmente o en grupo podéis añadir a esta lista.
Estimados Hermanos y amigos, las dificultades y los desafíos que hoy encontramos son ciertamente grandes pero la Resurrección del Señor nos invita a desterrar de nosotros los miedos y los desánimos y a asumir con alegría la misión que nos ha confiado la Iglesia. A la luz de este misterio pascual, busquemos al Resucitado en la realidad de nuestras vidas cotidianas y que en la oración, el amor y el trabajo acrecentemos nuestra amistad con Él.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
H. Juan Andrés Martos Moro SG
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