El año 1964 será un año de grandes efemérides. El 24 de noviembre se cumplirán 100 años de la muerte santa del Hno. Gabriel Taborin, Fundador de la Congregación de los Hermanos de la Sagrada Familia, y el 1º de julio, los 75 años de la fundación de nuestro Colegio.
Dos vidas fecundas íntimamente unidas en una relación causal. La cristalización de un anhelo santo, que abre rumbos apostólicos a las almas en la vida religiosa y la de su prolongación en la obra educativa.
Nos aprestamos a celebrar dignamente estas efemérides con el calor y los actos dignos de tales aniversarios.
A los 100 años de su partida a la eternidad, el Hno. Gabriel, sin duda, vive la felicidad de su multiplicación en los centenares de Hermanos repartidos en tres continentes y sobre todo en la obra apostólica cumplida.
Los sacrificios, las angustias y contratiempos de una fundación, son hoy alegría de triunfo, aumento de gloria.
A los 75 años de nuestro Colegio, los Hermanos de la calle Agraciada palparán la realidad de una obra que tiene mucho de amargo, porque la cosecha no es inmediata; pero a la distancia de esos 75 años, verán que su siembra no ha caído en tierra infecunda.
Muchos han sido los trabajos, muchos los sacrificios para llegar a lo que se ha llegado. Trabajos y sacrificios de una marcha fatigosa y cansadora, pero siempre ideal que no ha terminado, que no puede terminar, porque las obras de Dios, están marcadas con el sello de la continuidad y de la permanencia siempre renovadas.
Los 75 años serán un empujón, un impulso nuevo, para nueva actividad. No faltan deseos, tampoco voluntad. La obra realizada por los que nos precedieron, debe estimularnos; los frutos cosechados, alegrarnos; la incertidumbre del futuro robustecer energías y la fe y el amor, despertar confianza en Dios, base de nuevas batallas victoriosas.
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