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Segunda carta del Animador General a la Familia Sa-Fa

(20 de junio de 2020)

Segunda carta del Animador General a la Familia Sa-Fa. Imagen de “Free-Photos” en ”Pixabay”

Estimados Hermanos, miembros de las Fraternidades Nazarenas, Aspirantes a Hermanos, Comunidades Educativas, Comunidades cristianas, Catequistas y amigos de la Familia Sa-Fa:

Recibid en mi nombre y en nombre del Consejo General un fraternal saludo y nuestros mejores deseos de salud y de esperanza para todos.

La situación mundial que estamos viviendo como consecuencia del coronavirus me llevó en el mes de abril a enviaros una carta en la que hacía un primer balance de la repercusión que esta pandemia estaba teniendo en la Familia Sa-Fa. En aquella carta os invitaba a vivir esta circunstancia con responsabilidad y como una oportunidad para buscar un nuevo modo de realizar la misión y expresar el carisma. Especialmente llamaba a hacer fecundo este tiempo en ámbitos como la vida interior, la familia, la comunidad, la formación permanente, la misión y la solidaridad.

Quiero dirigirme de nuevo a todos vosotros, ahora que entramos en la fase de recomenzar las actividades, buscar solución a muchas situaciones y mirar al futuro. Esta pandemia de coronavirus sigue aquejando duramente a todos los países donde está presente la Familia Sa-Fa. En algunos lugares se van dando pasos hacia la apertura de movimientos y actividades, mientras que en otros están aún en confinamiento.

En los meses pasados, 9 Hermanos han sido contagiados del virus y el H. Julio Herrera de la Comunidad de Valladolid (España) murió como consecuencia del mismo. El resto lo ha superado y está fuera de peligro. Sabemos que algunos miembros de Fraternidades, profesores y familiares de Hermanos y de miembros de la Familia Sa-Fa han padecido la enfermedad y varios han fallecido.
Sois muchos los que habéis perdido familiares o amigos. Os acompañamos con la oración y la cercanía. Que el Señor les tenga junto a Él y que su memoria se mantenga muy viva entre nosotros.

Esta pandemia nos ha llevado a sentir y sufrir los límites humanos, a preguntarnos sobre el sentido de la vida y la muerte o a cuestionarnos sobre nuestra fe en Dios. Estas experiencias profundas, a unos les ha hecho recuperar la confianza en Dios y tenerle como apoyo, mientras que a otros quizá les ha llevado a una crisis de fe ante los ¿porqués? que no encuentran respuesta.

A nivel general, podemos decir que nos ha ayudado a depurar la fe y a no ver a Dios como algo mágico que resuelve los problemas o como un seguro de vida que nos blinda ante los males. Hemos recuperado el sentido de ser hombre, cuando nos creíamos un poco dioses, y hemos entendido que la relación establecida por Dios con el hombre se basa en la libertad y en la encarnación de Jesús que se hace solidario con el dolor humano y dignifica nuestra condición humana. Para numerosas personas de la Familia Sa-Fa, la oración de unos por otros les ha confortado en el dolor y les ha sostenido en la debilidad.

Aunque todos nuestros colegios y otras obras han estado cerrados, nuestra misión educativa y pastoral se han venido desarrollando mediante las nuevas tecnologías donde ha sido posible. Se ha hecho un gran esfuerzo y se ha demostrado mucha creatividad. Hemos aprendido que hay nuevas maneras de hacer las cosas y muchas otras posibilidades para realizar la misión.

Quiero reconocer y dar las gracias a todos por el esfuerzo realizado durante los meses pasados para seguir cumpliendo nuestras responsabilidades en la atención a los niños, los jóvenes y las familias. El trabajo online llevado a cabo por el profesorado y los agentes de pastoral, los trabajos de gestión o coordinación y la solidaridad, han demostrado la gran generosidad de muchos de vosotros.
Mi más sincero agradecimiento. La Familia Sa-Fa se ha sentido unida, solidaria y viva a pesar de la distancia y las limitaciones. Nuestro “espíritu de familia” se ha puesto de manifiesto.

Hagamos nuestras las palabras de San Pablo a los Romanos: “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz” (Rm 13, 12). Dejando atrás momentos de oscuridad y temor, “se acerca el día”, esto es, una cotidianidad nueva que requiere esperanza y fuerza interior. “Las armas de la luz” son en realidad, cualidades espirituales necesarias para enfrentarnos a las dificultades y al mal. Son unas armas que provienen de Dios porque Él es la luz y puede ayudarnos a cambiar el corazón.

El nuevo tiempo que abrimos está llamado a mejorar los defectos del pasado y a ser más humano. Para ello necesitamos ejercitar la prudencia, el interés por el bien común, la responsabilidad, la generosidad, la relación cercana, la atención al más débil, el trabajo en equipo, el cuidado ecológico y la solidaridad entre otros aspectos. Estas son las “armas de la luz”. En esta carta subrayaré estos valores para invitar a hacerlos vida cotidiana.

En el Consejo General, en unión con los Provinciales y Delegados, hemos realizado un amplio balance de la situación, tratando de detectar los problemas más acuciantes. También hemos analizado el espíritu con el que debemos afrontar la presente realidad y finalmente hemos sugerido algunas orientaciones a seguir. Vemos importante que esta etapa esté caracterizada por la colaboración de todos y la solidaridad. Estamos llamados a ser protagonistas.

En el ámbito de la misión, constatamos que nuestras obras apostólicas están teniendo un ritmo desigual en lo que se refiere al modo de llevar a cabo la misión. Algunos países han abierto los colegios y parroquias, pero la recuperación total de la actividad no es posible todavía. Otros países, no permiten actividades presenciales y aún no hay una fecha de reapertura. Hay centros que continúan sus actividades online, pero en ciertos lugares ni siquiera existe esta posibilidad digital.

Somos conscientes de que aún no conocemos con precisión lo que nos espera, ni lo más inmediato en el tiempo. Son muchas las dudas sobre aspectos como la apertura de colegios, el modo de realizar actividades presenciales educativas o pastorales, el apoyo de los Estados, la pérdida de alumnado que podríamos tener en algunos países, la repercusión de la crisis económica en las familias, las dificultades económicas de los centros... y un largo etcétera que cada uno puede completar.

Esta incertidumbre nos lleva a tener los oídos atentos para escuchar a las familias y a los destinatarios de nuestra misión, especialmente a los más vulnerables o en dificultad. Desde la escucha, la reflexión con criterios evangélicos y nuestra sensibilidad carismática, podremos hacer un análisis que tengan en cuenta a cada persona y al bien común. Para ello, la persona de Cristo y sus actitudes son una referencia fundamental. Así mismo, el Papa nos ha propuesto que la Encíclica Laudato Si nos oriente en nuestras reflexiones y decisiones a lo largo de este año.

Teniendo en cuenta la problemática y las orientaciones sugeridas, vemos necesario que se activen todos los organismos y los equipos de gestión y de trabajo para analizar las situaciones, buscar medidas de solución y tomar las decisiones. Garanticemos el trabajo con espíritu de "cuerpo" y que las decisiones sean tomadas de forma sinodal, fruto de un análisis y discernimiento sereno. Es la hora de la corresponsabilidad. El Capítulo General último insiste en este sentido: “Como Familia Sa-Fa sentimos la llamada a caminar juntos con estilo participativo y corresponsable (“sinodal”), según nuestro carisma”.

También es la hora de la solidaridad. Esta crisis ha golpeado de diferentes modos y son muchas las circunstancias a las que hacer frente. En todo caso, es necesaria la generosidad y la solidaridad para estar cerca del que sufre y ofrecer nuestra presencia y nuestra palabra. Otras veces será necesario ofrecer ayuda económica. Invito, a todos los que podáis, a colaborar de forma especial con nuestras ONGs o Asociaciones solidarias de la Familia Sa-Fa para que puedan aliviar y sostener a familias e instituciones que necesitan de recursos económicos. Demostremos que somos solidarios porque la solidaridad alivia, construye puentes, es propositiva y nos descubre como seres humanos.

Quiero hacer también un llamamiento especial a estar en contacto con las familias a las que atendemos. La familia siempre ha sido para nosotros uno de los valores que hemos cuidado. Sugiero que se favorezca la relación y la información. Las familias han de experimentar que estamos a su servicio y que somos sensibles a sus preocupaciones. Prestemos especial atención a los alumnos y familias que no disponen de medios adecuados si se debe seguir con la enseñanza online. Si es necesario habrá que establecer sistemas de ayuda para las familias necesitadas. “Ofrecer tu presencia, escucha y discernimiento para dar respuestas acertadas y creativas a las necesidades reales de cada persona” (Capítulo General, Doc. Hermanos y Laicos).

Un objetivo claro a corto plazo debe ser mantener el mayor número posible de alumnos en nuestros centros y actividades de apostolado. En general, los alumnos se mantendrán si se trata a cada caso de forma particular, si se dan algunas facilidades económicas, si se transmite seguridad en la normativa sanitaria y si perciben profesionalidad en el ejercicio docente y pastoral. Todo ello nos exige cercanía, generosidad y dedicación. Algo necesario para alumbrar el futuro.

La novedad del momento nos desconcierta a todos, y a veces vemos que la decisión tomada debe ser cambiada en poco tiempo porque las circunstancias han variado. Esto nos invita a la flexibilidad, a tener una actitud abierta ante las nuevas situaciones que se nos presentan. Veamos en cada nueva realidad, desde nuestra sensibilidad humana y espiritual, lo positivo que nos aporta y las posibilidades que nos da. Especialmente, veamos hacia dónde nos empuja el Espíritu para hacer que todo sea mejor.

La experiencia vivida como Familia Sa-Fa nos ha dejado una serie de enseñanzas que debemos de seguir cuidando. Por citar algunos aspectos comentaré cuatro:

  • La preocupación por la situación de cada miembro de la Familia Sa-Fa. Ha sido muy valorada la comunicación mantenida a pesar del aislamiento y la prohibición de vernos. Esta relación virtual es una nueva expresión del espíritu de familia que podemos favorecer. Aun así, no debemos contentarnos con ese contacto digital, es insuficiente, necesitamos el contacto personal para que la educación, la pastoral y la liturgia sean auténticas.
  • El trabajo online en los colegios y los movimientos de pastoral. Han sido muy acertadas las innumerables iniciativas de encuentros a través de las redes. Los educadores han podido dar el programa escolar establecido en muchos casos. También a nivel pastoral se han realizado encuentros, reuniones, oraciones, pascuas, misas o festivales. Todo ello nos ha abierto perspectivas nuevas de relacionarnos, de crecer espiritualmente o de celebrar la fe.
  • El intercambio de materiales y el trabajo en red. La relación con círculos más amplios y el hecho de compartir materiales han sido una práctica habitual en este tiempo, incluso superando las fronteras y conectándose con lugares lejanos. Es una práctica que vale la pena porque enriquece a cada comunidad local y a cada cultura.
  • Ver las cosas de manera global. Hemos sentido como nunca que “todos vamos en la misma barca” (Papa Francisco, 27 de marzo 2020). Esta situación ha tocado a todo el mundo y hemos abierto el corazón a sentir el dolor lejano. Debemos seguir alimentando el sentido de mundo global, de comunidad humana, de casa común y especialmente de fraternidad universal.

Quisiera terminar agradeciendo de nuevo a toda la Familia Sa-Fa el esfuerzo hecho para acompañarnos en este momento y para acompañar a los demás. Deseo que sigamos en esta línea que es la que nos propone el Capítulo General: “Como Familia Sa-Fa sentimos la llamada al cuidado integral de la persona, a cuidar la vida, el medio ambiente y la naturaleza”. Los cambios en marcha necesitan de la renovación personal, aún más, yo diría de la conversión espiritual, humana, social, económica y ecológica.

Que la Sagrada Familia y el Venerable Hermano Gabriel Taborin nos acompañen y nos guíen.

Fr. Francisco Javier Hernando de Frutos
Animador General


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