La casa está pronta y nuestro inquieto corazón preparado… ¡los estamos esperando!

“Es un deber del pastor velar por su rebaño para que ninguna oveja se pierda”.
Hermano Gabriel, Circ. N° 6, pág. 7.

Desde el 13 de marzo pasado no hemos vuelto a nuestro Colegio, a recorrer sus pasillos, a disfrutar de los recreos y sobre todo del contacto personal y cercano entre nosotros y con nuestros estudiantes. Claro que no estábamos preparados, pero como ya he planteado, nos hemos reconvertido frente a la nueva situación que afectó a nuestro país y al mundo.

En un principio serían dos semanas o quizás tres contando Semana Santa, tal vez cuatro; ¡pero increíblemente pasaron catorce! Sin poder imaginarlo, nuestras aulas y tareas cambiaron por nuestros encuentros por meet, el uso de classroom, videos, correos y un nuevo reinventarnos para mantener todos nuestros cursos -sin perder la cercanía de nuestro carisma SaFa- desde el acierto o el error ¡pero juntos lo logramos!

La primera vez que les escribía pedía un aplauso a ustedes -educadores- por la transformación y el intenso trabajo realizado, hoy sigo pensando y pidiendo lo mismo, gracias por la responsabilidad y el compromiso educativo que nos moviliza, sabiendo que la razón de nuestra vocación y tarea diaria son nuestros alumnos.

Llegó el tan ansiado 16 de junio -en lo personal- me invade una sensación difícil de explicar.
Se abren las puertas y nuestros corredores, salones y patios volverán a palpitar la razón de su existencia, volverán a latir con los estudiantes, volverán el bullicio, las risas, las corridas y los timbres; volverá el Colegio a contar con la presencia de todos sus actores, educadores, directivos, administrativos, auxiliares, estudiantes… todos nuevamente juntos, nuevamente como comunidad educativa reunida, amalgamada codo a codo.

Agradecer a ustedes -familias- por el compromiso, el acompañamiento y sobre todo la confianza depositada en nosotros. Sabemos y reconocemos que son un pilar fundamental en la tarea que realizamos.

Agradecer a ustedes -alumnos- que fueron partícipes del cambio poniendo en juego su capacidad de adaptación sumergidos desde un principio en esta educación remota de emergencia. Siendo los más vulnerables en este proceso fueron capaces de ajustarse y hacer frente a una nueva modalidad de trabajo, la cual esperamos haya impactado positivamente en sus procesos, aunque de una forma totalmente diferente a la que planificamos al comienzo de nuestro año en aquel lejano marzo.

El saludo, agradecimiento y reconocimiento a todos los educadores; en especial a Educación Inicial y 6° año de Secundaria que serán los primeros en retornar a la presencialidad, pero también a quienes están ya preparándose para retomar las clases presenciales. Seguramente recordaremos por el resto de nuestra vida todo lo que suceda ese primer día… alfombras sanitarias, alcohol en gel, guantes, mascarillas, lavado de manos, termómetros, distanciamiento físico; sin embargo elijo quedarme con las sonrisas cómplices, las caras emocionadas, los ojos brillantes, el choque de codos, las palabras sentidas… el sentimiento de haber extrañado, la nostalgia, el latir rápido de nuestros corazones, porque cuando como familia nos volvemos a encontrar -eso que imagino- seguramente se vuelva realidad.

La casa está pronta y nuestro inquieto corazón preparado... ¡los estamos esperando!

“A toda hora Juan estaba allí junto a sus alumnos, enseñando, sugiriendo, presionando, guiando. Voló con ellos por la noche, en días nublados y tormentosos…”
Juan Salvador Gaviota

Prof. Marcelo Mónico