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Sobre la situación que vivimos a causa del covid-19

(Mensaje del Hno. Animador General)

Mensaje del Hno. Animador General

Estimados Hermanos, miembros de las Fraternidades Nazarenas, Aspirantes a Hermanos, Comunidades Educativas, Comunidades cristianas, Catequistas y amigos de la Familia Sa-Fa:

Recibid en mi nombre y en nombre del Consejo General un fraternal saludo y nuestros mejores deseos de que el Señor nos conceda la paz y la alegría en este tiempo de Pascua.

La contemplación de la resurrección de Jesús nos abre el horizonte de la esperanza en un momento difícil para tanta gente que sufre las consecuencias del coronavirus, el terrorismo, las guerras, el hambre y la recesión económica.
En este momento todos los Hermanos están bien. El Hermano Basile Ramde de la Comunidad de Ars (Francia) y el H. Victor Sawadogo de la Comunidad de Ouagadougou (Burkina Faso) han contraído el coronavirus, pero gracias a Dios se encuentran bien. El resto de los Hermanos están confinados en sus Comunidades en todos los países. La prudencia y el cumplimiento de las leyes deben ser los criterios a seguir.
Nos han llegado noticias del fallecimiento de algunos familiares de Hermanos, de familiares de miembros de la Familia Sa-Fa o de amigos de los Hermanos. Ponemos en las manos del Señor a estas personas fallecidas y a sus familias para que encuentren en Él la misericordia y el consuelo.

Todas nuestras obras apostólicas están cerradas pero se sigue la actividad docente on-line en la media de las posibilidades de cada lugar. Las leyes de los gobiernos respectivos han sido cumplidas en todos los casos.
Algunas casas de formación continúan su vida cotidiana en el interior de las mismas. En algunos lugares se ha enviado a los aspirantes a casa. De momento Hermanos y formandos están bien.
La Administración General y las Provincias han suspendido las reuniones presenciales, los encuentros y las visitas canónicas previstas para estos meses. Así mismo, algunos Hermanos que debían viajar por razones de misión no han podido hacerlo y las actividades vocacionales, pastorales y educativas programadas se han tenido que suspender. Todo ello está generando una serie de limitaciones y pérdidas en todos los sentidos, que se van acumulando con el paso de los días, y que tendrán consecuencias en nuestra vida y misión.

Desde nuestro carisma nazareno debemos mirar esta situación con sentido solidario y responsable. Podemos aportar el rostro de Cristo hermano que se hace cercano a quienes sufren las consecuencias más graves de esta crisis. A pesar de todo, vemos algunas luces en la oscuridad de la noche que nos ayudan a seguir soñando y construyendo un mundo de hermanos. En este sentido quiero invitar a vivir este tiempo “reconociendo los acontecimientos y los signos de esperanza que surgen en la Comunidad y en torno a ella” (PVI). Por citar algunos aspectos:

La importancia de la familia como núcleo básico para poder hacer frente a las medidas preventivas impuestas a la población. Aunque muchos sectores productivos y de servicios han debido pararse, la familia, por el contrario, se ha organizado y ha sacado sus mejores fuerzas para atender las necesidades de cada persona. Ha demostrado ser garantía de humanidad.

La importancia de quienes se dedican a cuidar a los demás. Está siendo especialmente elogiado el papel del personal sanitario, como agente imprescindible en esta crisis. También se ha reconocido la labor esencial de científicos, fuerzas del orden y servicios básicos y de un modo más discreto la de los educadores, sacerdotes y religiosos. En todo caso se ha puesto de manifiesto el servicio que prestan a la sociedad estos colectivos.

La importancia del bien común como medio necesario para asegurar los derechos de cada persona. En muchas ocasiones, se ha tenido que anteponer el bien del otro a la propia libertad. Asímismo, se ha despertado una creativa solidaridad con los sectores de población más débil que demuestra la gran capacidad de generosidad del ser humano.

La importancia de la globalización. Si bien ha facilitado la rápida extensión de la pandemia, también nos ha hecho ver “que todos vamos en la misma barca... y descubrir que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos” (Orac. del Papa el 27 de marzo).

La importancia de la fe como fuerza interior que da sentido y apoyo en las circunstancias que cada uno está viviendo. Hemos visto testimonios de fe que nos ayudan a darnos cuenta que la vulnerabilidad que vivimos deja al descubierto las superfluas seguridades sobre las que sosteníamos nuestros proyectos. Quizá habíamos abandonado lo que alimenta y sostiene la vida y la comunidad.


El misterio pascual vivido por Cristo arroja luz sobre el mal y la muerte. Sostenidos por esta convicción podemos mirar este momento como posibilidad nueva y hacer que sea fecundo. Ni el mal ni la muerte tienen la última palabra, sino el amor y la vida. "Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de salvación." (2a Cor 6, 2). Desde esta perspectiva ofrezco algunas invitaciones:

Es un tiempo favorable para la interiorización y la oración. Las consecuencias de esta pandemia nos han llevado a hacernos muchas preguntas, incluso a atrevernos a preguntar a Dios por el sentido de todo esto. Muchas personas nos piden oraciones por sus seres queridos en dificultad. En la mayoría de las Comunidades no podemos celebrar la Eucaristía pero sí podemos dedicar más tiempo a la oración siguiendo la indicación del PVI: “Revitalizar el encuentro con Jesucristo en la oración... y con las personas, para lograr una intimidad cada vez mayor con Él”.

Es un tiempo favorable para la vida familiar y comunitaria. Estar más tiempo juntos debe servirnos para cuidar las relaciones, el interés por las cosas de la casa, favorecer el diálogo e incluso el ocio familiar y comunitario. Esto es, el espíritu de familia en todas sus expresiones. En todo ello podemos ser creativos. “Compartir las “alegrías y las penas”, los éxitos y los fracasos, para hacer de nuestra comunidad una experiencia gozosa y no un lugar de simple cohabitación (Circular 21) PVI.

Es un tiempo favorable para la formación permanente. El mayor tiempo disponible de estos días es también una oportunidad para la formación permanente. La lectura, la actualización profesional, el estudio en comunidad o familia de algunos temas como los propuestos por la Comisión de reorganización del Instituto, pueden ayudarnos a enriquecer nuestra mente y espíritu.

Es un tiempo favorable para reinventar la misión. Muchos de nosotros nos hemos visto obligados a continuar las tareas profesionales, docentes o pastorales desde la distancia. Ello ha hecho surgir multitud de iniciativas digitales y de formación on-line. Especialmente, hemos visto algunas actividades muy creativas para vivir la Pascua y las celebraciones de Semana Santa a través de los medios de comunicación social. Algunos testimonios de miembros de la Familia Sa-Fa en este sentido nos animan a explorar estas posibilidades que nos da la técnica.

Es un tiempo favorable para la solidaridad. Me preguntaba estos días si solo debemos limitarnos a cumplir las normas dadas por los gobiernos de permanecer en casa. ¿No podemos hacer más gestos solidarios como los que hemos visto en mucha gente? Cuando escribía esto me llegaban fotos desde Filipinas donde la Fraternidad y los Hermanos de Lassang repartían comida a la población del barrio. Hemos de reconocer que ha habido más gestos. Sin duda, tendremos ocasión de ser solidarios y de hacer voluntariado en los próximos meses que serán difíciles para tantas personas.

Es un tiempo favorable para la revisión de vida. Hemos tocado la fragilidad de la vida humana. Incluso, análisis más profundos nos llevan a plantearnos la fragilidad de nuestro planeta amenazado por algunos abusos humanos. Podemos revisar nuestra forma de vida, las consecuencias de nuestro consumo, el cuidado de la naturaleza o el cuidado de la propia salud sin caer en excesos de una parte u otra.

Hagamos que este tiempo sea fecundo y provechoso para nuestro crecimiento como personas y como Hermanos. Que la Sagrada Familia y el V. H. Gabriel acompañen nuestro camino en este tiempo de angustia, de cambio y de búsqueda.

Fr. Francisco Javier Hernando de Frutos
Animador General


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